La participación electoral en los comicios legislativos de hoy fue del 66 por ciento, según informaron fuentes oficiales, la más baja desde el retorno de la democracia en 1983.
A través estas elecciones, que se llevaron a cabo por primera vez con Boleta Única de Papel (BUP), se renovarán 127 bancas de la Cámara de Diputados y 24 del Senado.
Con ese número, el ausentismo alcanzó el 34% y sobre las 35.987.634 del padrón, se puede concluir que 12.235.796 electores decidieron no votar.
Este mínimo histórico se suma a la tendencia descendente observada en los últimos procesos electorales que se registraron en las 10 provincias donde hubo elecciones desdobladas, donde en seis de ellas ni siquiera se alcanzó al 60% de participación. Es más, en las elecciones provinciales del 11 de mayo en Chaco la mitad del electorado no votó.
El contexto de malestar social y el hartazgo al deterioro económico se identifican como los principales factores para la baja afluencia. Distintos consultores políticos advirtieron sobre este fenómeno, atribuyendo el récord de ausentismo a una relación desgastada de la ciudadanía con la clase dirigente.
Entre los factores que pudieron incidir en este comportamiento también se destacan la desconfianza en las instituciones y en los partidos políticos, percepción de corrupción en la clase política, falta de propuestas que respondan a las necesidades ciudadanas, sensación de que el voto no produce cambios reales, cansancio ante campañas negativas o de polarización extrema, proliferación de noticias falsas y desinformación, así como sentimientos de desencanto por promesas incumplidas, entre otros factores.
